Faver Páez (San Carlos, 1943). Docente universitario, poeta y escritor satírico, Páez ha desarrollado su obra en el hombrillo de la autopista o, mejor aún, la carretera vieja o el atajo pedestre del panorama literario de la literatura carabobeña y nacional.
Pese a contar a la fecha con un libro publicado, «Para no morir del todo» (Predios, 2000), poemas suyos aparecen en antologías disímiles como «Rostro y poesía. Poetas de la Universidad de Carabobo» (1996) bajo la curaduría de Luis Alberto Angulo, “palabras de anunciación y de otras adyacencias” (2006) de Néstor Rivera, «Cojedes: Poesía de doce autores» (2007) a cargo de Miguel Pérez, e incluso otra selección cojedeña subordinada a un manual de promoción de la lectura. Ha sido también promotor de publicaciones literarias como «Urtext», la cual compartía con su némesis, el también poeta Gustavo Montiel; o la página de humor negro en el Semanario «Tiempo Universitario» que tuvo un sólo número [sabrá el poeta Orfeo Orfeo, otro díscolo satírico de esta urbe desamparada].
Más que poesía con pretensiones de lírica necrológica a lo Baudelaire o remedando la morgue de Gottfried Benn, como puede derivarse de una equívoca lectura del poemario en cuestión, nos topamos con un discurso austero y desnudo que toma distancia de la estilística prefabricada entretanto la voz se reconcilia con la vida como buen morir.
La limpia musicalidad del verso uniforme, patente en sonetos y letrillas satíricas escanciadas en vivo y guardadas en libretas de puño y letra, además del verso libre y breve, es otro indicio claro de su oído y sabiduría poéticos. Su vocación reside en la palabra directa y encarnada que no separa ni discierne lo culto de lo popular.
«Amanecer del lado oscuro de la piedra» constituye una vocación permanente y denodada por la poesía que se halla en la cotidianidad, el paisaje natural o el destripado por el urbanismo hipertrofiado, y en la conversación ora tranquila u ora confrontada con la muerte. El bestiario se nos antoja un remar a contracorriente que humaniza al ciudadano y la urbe inhóspita en el día de reposo del Dios y el Papa católicos: “Bajo la lluvia / esta ciudad semeja / un saurio enorme / fatigado de frío // sólo el viento perturba / la redonda quietud // atrás quedaron / las ruinas / del domingo”.
Los raspi-aguinaldos firmados por un heterónimo real y usurpador, a diferencia de los que creó Pessoa y luego Montejo, se mueven entre el ingenio humorístico, la ocurrencia cómica y los afectos: “Si te sientes íngrimo / en la noche lóbrega, / busca que te cuide / José Carlos Nóbrega”.
Francisco Ardiles elogia y comenta a nuestro poeta aporreado pero pa’tras en este mundo falsificado por la cultura engañosa de los satisfechos [no obstante el substrato clasista despectivo]: “Fáver por si no lo sabes / tú también vives / en esta ciudad que se joroba / releyendo el peso de la gente / (…) / Caminas a veces / con el ritmo oscuro / de un río de aguas poco profundas / y poco revuelto / que nos sueña lejos / y nos duele cerca”.
Fáver Páez es además un performer satírico imprescindible de Valencia de San Simeón, el estilita: No sólo como el mayor exponente teórico-práctico de la Gastronomía de la Miseria, sino también como aquél que desquició a la Academia disfrazándose de recoge-latas en la época de las vacas gordas y los petro-dólares a granel. Ojo, nos consta su buenos oficios en la cocina: Todavía saboreamos un muchacho redondo que nos ofreció hace unas cuantas navidades.
Dios y el Diablo libraron a Fáver Páez de la consideración distraída y superficial de las roscas culteranas que ocupan las primeras planas de los diarios provincianos, valga esta Cancionala del “Perecito”: “No te me acerques / que en esta fiesta / ninguno quiere / tu saya negra”.
José Carlos De Nóbrega / Ciudad VLC
(publicado el 18 de mayo de 2018)
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