Lo que me hizo caminar sobre el mar de las piedras
Fui andando sin pensar siquiera
Que debí detenerme en lo azul del bosque.
El muelle zarpo, dejando atrás una estela
En el faro del barco que atraco la esencia
Del carbón humeante de incontables querellas
Desafiante calor… agrio disgusto
De no copar tu sombra al instante.
Salí de mí, para poder agobiarte
Con mi dormida nostalgia y las ganas de hablarte
Deje que el tiempo pusiera en mis dedos…
Lo que mi boca deseaba susurrarte.
Hábiles y sedosas fueron tus pestañas
Sobre el rostro que les gusto apreciarles...
Conocerte a ti, conocerme a mí
Es el divino placer que crispo la faz de lo certero.
Se hizo cielo... se hizo espejo…
Bajo el manto dudoso de lo incierto
Tintaste de nuevos colores el dramatismo
Con el que el pincel de mis obras forjaba su destino.

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